En
los últimos años, las mujeres gitanas están siendo protagonistas de grandes
cambios, tanto en la sociedad como dentro de su comunidad, con el fin de acabar
con la triple exclusión a la que se enfrentan (C. Domínguez, A. Flecha y M.
Fernández, 2004).
La
evolución en la sociedad comenzó en el año 1990 con la creación de la
Asociación Romí, la primera asociación de mujeres gitanas en España. En este
mismo año, una mujer gitana fue elegida presidenta de la Asociación de
Promoción Gitana de Zaragoza, significando esto el inicio del camino hacia la
integración de las mujer de esta etnia.
Otro hecho destacado ocurrió en 1999, cuando varias mujeres gitanas
decidieron alzar la voz y construir la Federación Nacional Kamira con el
objetivo de reivinidicarse a sí mismas (M.J. Esparcia, 2009).
Estos
avances, llevados a cabo siempre por las mujeres, necesitaron en todo momento
el consentimiento del hombre de la familia y en muchas ocasiones, luchar con la
oposición de ellos. Estas mujeres están dispuestas a salir adelante completando
su vida con formación moderna para acabar con su discriminación, pero sin
olvidar sus costumbres y respetando siempre la figura del hombre (M.J.
Esparcia, 2009).
La
cultura en algunos casos es contraproducente (J. Mosterín, 1993) y en la
comunidad gitana podemos observar como ocurre eso. Las mujeres desean progresar
y dejar de estar subordinadas al hombre para ser independientes. Los hombre se
oponen a esto y las mujeres, debido al meme cultural de respeto al hombre en su
cultura, frenan el progreso de evolución. Por lo tanto, si la actitud de los
hombres no cambia respecto al desarrollo de la figura de la mujer en su cultura
y en la sociedad, es muy difícil que consigan acabar con su exclusión.
La
Federación Nacional Kamira lucha por el cambio de actitud de estos hombres. Las
mujeres pertenecientes a esta unión, lo hacen promoviendo la escolarización de
las niñas y los estudios universitarios, para que puedan trabajar y mejorar sus
condiciones de vida (M.J. Esparcia, 2009). Reivindican esto rechazando el deseo
que los hombres de familia suelen tener de que sus hijas formen familias extensas
a edades muy tempranas y se conviertan en “mujeres de bien”. También, demandan el derecho a conseguir el
carné de conducir y charlas d sensibilización y prevención en el entorno
familiar para conseguir que las mujeres no tengan que estar toda su vida
teniendo hijos desde que son muy jóvenes (M.J. Esparcia, 2009).
Alejandra Barrull, primera estudiante de origen gitano en la Universidad de La Coruña. |
A
pesar de los cambios que se están consiguiendo y la puesta en marcha de nuevos proyectos
contra la exclusión, todavía queda mucho camino por recorrer. Aún es muy
elevado el porcentaje de niñas gitanas que no continúan formándose tras acabar
la enseñanza obligatoria, encontrándonos con un 90% de abandono al finalizar
este ciclo. Además, las mujeres gitanas son las que presentan mayor tasa de
desempleo. También, podemos ver que muy pocas mujeres gitanas ocupan puestos de
responsabilidad en política por ejemplo, y en las asociaciones los casos son
muy reducidos (M.J. Esparcia, 2009).
Otra
cuestión importante es la esperanza de vida de las mujeres gitanas, estipulada
en diez años menos que en el resto de la población española (M.J. Esparcia,
2009). Según F. Macías y G. Redondo (2012), el desigual acceso al sistema
sanitario es la causa de ello. Es habitual que se las culpabilice por no querer
visitar las consultas médicas. Sin embargo, no se tiene en cuenta la
discriminación que sufren en este ámbito, sobre todo en países europeos del
Este, por no tener documentación y su situación de pobreza. A estas mujeres o
se les rechaza la asistencia médica o se las deriva a centros segregados donde
las atienden de una manera discriminatoria (F. Macías y G. Redondo, 2012). Podemos
ver un ejemplo de esto en el Informe Anual publicado por la Fundación de
Secretariado Gitano en 2014. En Alicante, una estudiante en prácticas en un
hospital, observó como las enfermeras rechazaban asear a una paciente gitana.
Mientras lo hacía ella, una auxiliar ya titulada que la ayudaba le dijo “me salgo
porque me da asco limpiarla”. Sin embargo, la mujer no mostraba ningún signo de
falta de higiene (FSG, 2014). Casos como
este se dan a diario, por lo que es normal que no quieran acudir al médico
cuando enferman y no podemos culpabilizarlas por ello.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS:
Domínguez, C., Flecha, A. y Fernández,
M. (2004). Mujeres gitanas y mercado laboral: mecanismos para superar su triple
exclusión. Lan Harremanak, 11(2),
81-93.
Esparcia, M. J. (2009). Mujer gitana e
integración. Anales de Historia
Contemporánea, (25), 213-231.
FSG. (2014). Una Década de trabajo por la igualdad: 1073 casos registrados. Madrid:
Fundación Secretariado Gitano.
Macías, F. y Redondo, G. (2012). Pueblo
gitano, género y educación: investigar para excluir o investigar para
transformar. RISE - International Journal
of Sociology of Education, 1(1), 71-92.
Mosterín, J. (1993). Filosofía de la cultura. Madrid: Alianza
Editorial.
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