La
sociedad en la que vivimos está cargada de prejuicios y estereotipos que
generan grupos de población segregados y discriminados, como es el caso de la
comunidad gitana. Otro gran grupo afectado por la exclusión en nuestra sociedad,
es el de las mujeres. Por lo tanto, las mujeres pertenecientes a la población
gitana, tienen que enfrentarse a una mayor discriminación.
Actualmente,
seguimos encontrando en nuestra sociedad restos de etnocentrismo, desvalorizando
en muchas ocasiones a las demás culturas y posicionando la nuestra por encima. Como
se ha visto en anteriores post, el rechazo que se muestra a diferentes
culturales, en este caso a la comunidad gitana, tiene que ver con la
información valorativa. Esta información repleta de juicios de valor y
prejuicios, se contagia de manera muy fácil a través de múltiples canales como
pueden ser la televisión, Internet, la escuela, la familia, etc. Estos rasgos
culturales de tipo valorativo que nos han sido transmitidos constituyen
nuestros valores culturales (J. Mosterín, 1993). Por lo tanto, podríamos decir
que la cultura de un individuo está configurada a partir de prejuicios y
estereotipos transmitidos de unos a otros, que darán lugar posteriormente al rechazo
y la discriminación de lo diferente.
La
cultura de un individuo está sometida a continuo cambio. Cada día aprendemos y
olvidamos algo, es decir, adoptamos y rechazamos algún meme, por lo que
nuestros valores van cambiando (J. Mosterín, 1993). Gracias a esto, poco a poco
en nuestra sociedad, los individuos parecen más conscientes de los prejuicios
que nos van transmitiendo, por lo que es más fácil evitar los juicios de valor hacia
los demás.
Para
progresar en la integración de la mujer gitana en nuestra sociedad, es
necesario intervenir en los ámbitos donde sufren más exclusión, como es en el
caso de las instituciones educativas. Para ello, se proponen factores
superadores que pueden contribuir a superar las barreras de discriminación en
las escuelas (A. Ayuste y M. Payá, 2004):
- Facilitar el diálogo entre la cultura hegemónica y las otras culturas. Con ello se contribuye a visibilizar las aportaciones de los grupos tradicionalmente ignorados y a motivarlos para que hagan uso de su propia voz para exponer sus necesidades e intereses.
- Incluir referentes y aspectos de la cultura gitana en la organización escolar y en los contenidos educativos.
- Incentivar la participación de las familias gitanas en la vida de las instituciones educativas.
- Incrementar los recursos humanos, tecnológicos y materiales dentro del aula para que no se sientan diferentes y puedan acelerar su proceso de aprendizaje. No apartarlas en aulas especiales.
- Basarse en un enfoque caracterizado por las expectativas positivas acerca del logro, los aprendizajes y la confianza en la capacidad de las alumnas. Partir de sus aptitudes y habilidades, éxitos y avances, y no de supuestas limitaciones o dificultades. Cuando las niñas se sientan valoradas y comprendan el sentido que tiene aquello que están aprendiendo, mostrarán mucho más interés por la escuela y mejorarán sus resultados.
Otro
de los ámbitos donde es necesario intervenir para promover la inclusión de la
mujer de origen gitano, es en el entono laboral y puede llevarse a cabo a
través de estas propuestas (C. Domínguez, A. Flecha y M. Fernández, 2004):
- Reconocimiento de habilidades y competencias adquiridas en contextos informales como son la autogestión, la capacidad de organización, el trato con las personas o el trabajo en red. Estas habilidades se corresponden con muchas de las demandas en el actual mercado de trabajo, por lo que si se valoran dejando a un lado la etnia y el género, estas mujeres tendrían más facilidades para encontrar trabajo.
- Incorporar las voces de las mujeres gitanas en un plano de igualdad en el diseño de las propuestas de intervención.
- Crear programas de formación para el empleo para adquirir esos conocimientos que piden en las empresas y que muchas de las mujeres no tienen por haber dejado la escuela a una temprana edad.
De
esta forma, las mujeres se convierten en un motor de cambio y transformación de
su propia comunidad compartiendo con otras mujeres el objetivo de conseguir más
igualdad respecto a los hombres gitanos (C. Domínguez, A. Flecha y M.
Fernández, 2004).
Es
importante también intervenir desde el Trabajo Social. Por ello, la Universidad
de Jaén propone una profundización en el conocimiento de cuestiones unidas a
diferencias culturales, étnicas e interrelacionales. Es necesario comprender
esto para mejorar la situación social de marginación hacia la que se han de
dirigir los programas de integración. Para adquirir de forma más eficaz el
conocimiento, no basta con atender a la burocracia, si no que hay que dejar
esto a un lado y convivir con las personas (M.J. Esparcia, 2009).
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS:
Ayuste, A. y Payà, M. (2004). Mujer
gitana y educación: un camino hacia los Derechos Humanos. Encounters on Education,(5), 101-124.
Domínguez, C., Flecha, A. y Fernández,
M. (2004). Mujeres gitanas y mercado laboral: mecanismos para superar su triple
exclusión. Lan Harremanak, 11(2),
81-93.
Esparcia, M. J. (2009). Mujer gitana e
integración. Anales de Historia
Contemporánea, (25), 213-231.
Mosterín,
J. (1993). Filosofía de la cultura.
Madrid: Alianza Editorial.